La semana pasada batió marcas en cuanto a necedad, irritabilidad y pérdida de tiempo, y justo cuando está uno con una tonelada de trabajo encima. El balance final quedó en 14 números equivocados (sin contar a los reincidentes), dos ofertas de tarjetas de crédito y como era de esperarse, una grandiosa oferta de participar en la rifa de un crucero si aceptaba ir a escuchar un vendedor por una hora para hablarme de un club de viajes/tiempo compartido/vacaciones pre-pagadas.
Generalmente suelo tener mucha paciencia para responder. Yo sé que la persona al otro lado del teléfono solamente hace la tarea por la que le pagan. Sin embargo, incluso me han sacado de quicio, sobre todo cuando se ponen malcriados. A veces he llegado a pensar que no estoy hablando español.
Las llamadas más exasperantes las originó un personaje algo intoxicado que hablaba con legítimo acento pachuqués (No es que yo nunca hable ese dialecto, pero el amigo este es todo un catedrático). A continuación trataré de resumir las 4 llamadas:
Methos: ¿Aló?
Personaje: Con Yerlin
M: Disculpe, tiene el número equivocado.
P: No compa, no puede sher, eshte esh el número que me'ieron.
M: Pues sí puede ser, porque este no es el número de Yerlin.
P: Mae, hágame el plís, compa, llámeshe a Yerlin.
M: Man, que tenés el número equivocado.
P: Esh que estoy bushcando a Yerlin.
M: Sí, ya me dijiste, pero aquí no hay ninguna Yerlin. Te dieron el número mal.
P: No puede sher, eshte esh el número que me'ieron.
M: Bueno, pues no hay ninguna Yerlin.
P: Güeno, güeno... ¡oh, malp*****!
Cuelga, pasan 15 segundos y vuelve a llamar...
M: Vea, malcriado, ¿no entiende que tiene el número equivocado?
P: No, no, vea, caballero, esh que quería ver shi ushté me pue'e comunicar con Yerlin.
M: Man, te repito que tenés el número equivocado, te lo dieron mal.
P: Esh que no puede sher, eshte esh el número que me'ieron, compa.
M: Por eso, te lo dieron mal, o lo apuntaste mal, o alguien se equivocó.
P: Ahhh, ya, ya, ok, ok.
Cuelga, pasan otros 15 segundos y vuelve a llamar
M: ¿Mae, otra vez?
P: Esh que ocupo habiar con Yerlin, vea, yo shé que no esh usté, pero fíjese un toque a ver si no está por ahí. Vea, esh una muchacha así, pequeñita, morenita, de colochos, ¿ya?
M: Mae, es la última vez que te digo que tenés el número equivocado. Ya deje de llamar.
P: Oiga, ¿pero ese esh un teléfono de Shan José?
M: No, este es un número celular.
P: Sí, yo shé que ese es un celular, ¿pero esh de Shan José?
M: Man, un celular puede estar en cualquier parte.
P: Ah, ok, entonshes no es de Shan José.
Colgó y como se pueden imaginar, volvió a llamar.
M: Mae, ¡¿vas a seguir llamando?!
P: ¿Con Yerlin?
M: Mae, no sea necio. Ya basta. Aquí no hay ninguna Yerlin. ¡TIENE EL NÚMERO EQUIVOCADO!
P: Mmmmm... qué raro, shi eshte fué'l número que me'ieron.
M: Bueno, como sea, se lo dieron mal. Ya deje de joder la vida.
P: Güeno, sí, sí, ya... ¡Oh, mam***tes!
Para rematar, dos días después (el viernes) recibo una llamada donde escucho una voz femenina pregrabada que dice algo así como:
"Estimado cliente, este mensaje es para su seguridad e indicarle que tiene una llamada por cobrar desde el Centro Penitenciario de San Sebastián. Si desea aceptar la llamada, marq..."
¡PUM! Y yo que tiro el teléfono. Con tanta noticia de extorsión telefónica, mejor no se juega uno el chance. Uno no sabe quién diablos puede estar llamando para sacarle plata sobre las olas... espero que esa llamada sí haya estado equivocada.
Y por último, el sábado en la noche me llega un mensaje de texto diciéndome que ya van 4 intentos no exitosos de ingresar a mi correo de voz. ¿Quién diablos quiere leer mis mensajes? Ahora, por neurótico, voy a tener que ir a hacer fila al ICE para pedir la lista de llamadas y averiguar quién agarró el plancito.
El vacilón es que probablemente soy antisocial, impopular o poco querido, porque a mí no me llama nadie. ¡Ni siquiera mi mama me llama! Casi que tengo ese dichoso teléfono para atender majaderías. ¿Qué entrenamiento puedo hacer para ejercitar la paciencia?
"Paciencia: forma menor de desesperación disfrazada de virtud."
Ambrose Bierce
Ambrose Bierce