miércoles, agosto 20, 2008

Amigo mío, no me contagies apatía

Hoy en la mañana llegué tempranísimo al trabajo, por lo que un gran amigo (prácticamente un hermano para mí) me preguntó por Messenger a qué se debía ese milagro (y no niego esa ironía, porque la verdad sí es un milagro). Le contesté que venía de donar sangre en el Calderón, y que por eso había madrugado.

Extrañado, me preguntó si alguien de mi familia estaba enfermo. Le respondí que no, que era porque ya pasaron 3 meses y ya me tocaba pasar por las armas otra vez. Una risilla sarcástica y la frase 'Qué loquera' me confundieron. Pregunté por qué donar por donar es loquera. De respuesta recibí que es de locos donar por alguien que no te va a devolver el favor, te va a agradecer o incluso tal vez te haga daño.

Es cierto que pandilleros baleados, bochincheros macheteados y conductores ebrios suelen protagonizar la sección de Sucesos de noticieros y periódicos, sin embargo, ¿qué hay de los niños con leucemia, personas bajo cirugía, o cualquier accidentado laboral? ¿Quién quiere llegar de emergencia a un hospital, con un hijo o una madre delicados de salud y que les digan que no hay sangre para atenderlos? Argumenté que no se puede generalizar, no se puede castigar a la gente 'buena' sólo porque existe gente 'mala'. Me sacudió la fría respuesta de 'Desgraciadamente así es, pagan justos por pecadores. Siga durmiendo de ese lado'.

Respeto su opinión. No es de mi interés criticar a mi amigo sólo porque pensamos diferente. Es una gran persona, alguien a quien respeto y estimo bastante, tal vez fue por eso que sus palabras me llegaron tanto. No me considero un tonto (más allá de la duda razonable). Si fuera budista, diría que sólo estoy cumpliendo con mi deber moral de ayudar a otros. Lo que cada persona haga con su vida es deber moral de cada uno y está fuera de mis manos.

Los problemas de un país no los resuelve por arte de magia un rimbombante plan de gobierno en tiempo de elección, ni los resuelve un dictador electo con puño de hierro, ni mucho menos un TLC. Los problemas de la sociedad los resolvemos los que la integramos.

Nos quejamos de que ya nadie respeta la vida, pero nos negamos a salvar una si tenemos la oportunidad. Nos quejamos que el gobierno no tiene plata, pero evadimos impuestos en la primera oportunidad. Nos quejamos de las alcantarillas saturadas, pero tiramos la basura en el caño. Nos quejamos de la inseguridad, pero les compramos a los ladrones artículos robados. Nos quejamos de la matazón en las calles, pero picamos y nos ponemos a manejar con unos tapis adentro (Al chile, qué tuanis una birrilla con los compas, pero si tiene plata pa'tomar, tiene p'al taxi).

Con frecuencia escuchamos que el mundo no es un lugar justo. Pero prefiero pensar que el mundo es lo que hacemos de él. Todo lo que hagamos o dejemos de hacer, afecta nuestro entorno, aunque nos encerremos en rejas, verjas y alambre navaja. Me rehúso a adoptar la apatía como estilo de vida.

En este momento, los hospitales tienen una crisis en sus reservas de sangre por la escasez de donadores. Si tiene la oportunidad de donar, hágalo. Es rápido y sencillo. Es tan poca la sangre que te sacan, que el cuerpo la recupera en 12 o 16 horas. En lo personal, me hace sentir tan bien, que ya lo marco en el calendario como un carajillo espera el 25 de diciembre. Es increíble lo bien que se siente.

Mohandas 'Mahatma' Gandhi dijo una vez:
"Yo débil, tímido, casi insignificante, si siendo como soy hice lo que hice, imagínense lo que pueden hacer todos ustedes juntos."

Lo cual se resume en su otra máxima:
"Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo."

De lo anterior, deduzco que si no le interesa cambiar nada, puede quedarse cómodo así como está. Pero no se burle de mí, ni me tilde de loco o tonto por hacer lo que considero correcto.